Dir. Daniel Myrick y Eduardo Sánchez (1999)
Más que una película, La Bruja de Blair fue un suceso, una experiencia única que no se volverá a repetir a pesar de haber popularizado el género del found footage que ha sido tan explotado en el siglo XXI.
En la trama se mezcla el folklor de la Norteamérica rural con la visión típicamente cínica de la juventud moderna. Tres estudiantes deciden filmar un documental sobre la leyenda de la Bruja del pueblo de Blair, Maryland, donde hace muchas décadas habían sucedido asesinatos y siniestras desapariciones en la zona boscosa, obra de un psicópata que aseguraba haber sido poseído por el espíritu de una bruja del siglo XVIII. Durante la investigación los jóvenes entrevistan a varias personas del pueblo y obtienen muchos detalles útiles que los llevan a buscar un viejo cementerio ubicado en el bosque, lo que probaría ser un error fatal, pues a medida que se internan en el bosque pierden la orientación y se extravían. Durante cuatro días experimentarían sucesos extraños que los llevan al temor, la paranoia y la desesperación.
Tiene enorme mérito la mitología tan interesante que se creó alrededor de la Bruja de Blair así como los personajes tan realistas, sin embargo, es el increíble plan publicitario que se construyó alrededor de la película lo que se lleva el mayor crédito para haber convertido a La Bruja de Blair en un hito cinematográfico sin precedentes y prácticamente imposible de duplicar. Se le considera como la primera película en ser promocionada de manera viral a través del internet, incluso cuando el término aún no era acuñado. Incluso se anunció a través de noticieros reales que la policía había encontrado videocasetes en el bosque meses después de la desaparición de los tres jóvenes, y que en tales cintas se encontraban horas de filmación documentando los terroríficos sucesos que vivieron antes de desaparecer misteriosamente.
El detalle clave es el siguiente: todo fue presentado como verídico, anunciando que la película se había hecho con la filmación encontrada. En los festivales de cine se advirtió al público que todo lo que verían era real y que los jóvenes estaban desaparecidos. Los creadores fueron tan lejos como para crear páginas de internet ficticias, volantes de personas desaparecidas, reportes policiacos y lo mejor de todo: ocultar a los actores durante meses.
Su éxito fue enorme y se reflejó en las taquillas al convertirse en el filme independiente más lucrativo de la historia (más de 250 millones de dólares recaudados contra menos de 500 mil dólares de presupuesto); asimismo, fue la piedra angular en la popularización del found footage, subgénero de terror que se caracteriza por estar grabado en primera persona y presentar los sucesos como reales, con algunas exitosas películas como Actividad Paranormal, REC y El Último Exorcismo y muchísimas otras más de mala calidad. Este género que crea un interés en el espectador que raya en el morbo, una idea que había sido explorada previamente por Ruggero Deodato y su Holocausto Canibal, pero que con La Bruja de Blair llegó a su cúspide.
Hoy en día la película es vista y analizada como eso, una película más, con resultados más o menos satisfactorios para los críticos; sin embargo, hay que entender que sólo una persona que vivió el momento puede entender que La Bruja de Blair es algo más. Si tienes la suerte de no haber visto esta cinta, hazlo inmediatamente y disfruta de una experiencia única.
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