Aún recuerdo acompañar a mis hermanos mientras nos sentábamos por interminables horas frente al televisor jugando obsesivamente el mismo videojuego, una maravilla llamada Super Mario Bros. Y con igual calidez, a nuestro hogar llegaría Mario Bros. 2 (nuestra extraña versión americana) y el que argumentalmente es el mejor videojuego de todos los tiempos, Super Mario Bros. 3; una niñez feliz al lado del plomero italiano que ha hecho de todo menos plomería.
Posteriormente vendría el Supernintendo, que nuevamente adelgazó el bolsillo de nuestros progenitores, pero nos dejó deslumbrarnos con sus nuevas y brillantes gráficas, y no había mejor abanderado para esta nueva maravilla tecnológica que Super Mario Word, el videojuego cuyas mecánicas revolucionarias hicieron que nos diéramos cuenta de que este asunto de los videojuegos era algo mucho más grande de lo que pensábamos.
Los años se fueron en otro parpadeo y en las manos de los chavos cool se encontraba el Nintendo 64, y con este regresó Mario, como un moderno Colon, a mostrarnos que el mundo no era plano, con el primer juego de plataformas tridimensional, Súper Mario 64. Esta vez si estábamos ante el nuevo horizonte.
Repentinamente éramos todos adolescentes y jóvenes adultos, los videojuegos seguían ahí con promesas y nuevas ideas, sin embargo, nuestro interés menguaba y en este frio momento llegó Super Mario Sunshine, para algunos el punto bajo en el legado del gordinflón come hongos, pero para algunos de nosotros una incomprendida obra maestra, que sólo con el pasar de los años ha venido a obtener algo de ese reconocimiento que se le había negado.
Nintendo vio una inesperada caída en sus ventas y muchos dieron por muerto a nuestro viejo amigo nipón con la llegada de los niños nuevos, Play Station y Xbox, consolas radicales con la etiqueta de hacer juegos sólo para adultos, clasificación M, y gráficas ultra realistas; nos habíamos olvidado de la consola que nos acompañó desde niños, y de su infantil mascota.
Pero Mario regresaría haciendo algo impensado, sobre todo en una industria saturada y con décadas de edad, Innovar. Si en algún momento del camino te alejaste de los videojuegos, Super Mario Galaxy es una experiencia moderna y revolucionaria que debes experimentar de primera mano para redescubrir el gusto por los videojuegos.
De esa manera, los veinteañeros y treintañeros de hoy crecimos acompañados por Mario, un icono de nuestra generación al que no se le ven ganas de irse próximamente, con una oleada cada vez mayor de lanzamientos, y si tomamos en cuenta que aquellos pequeñines de ayer son ahora adultos con capacidad económica para darse sus gustos, parece que el futuro del bigotón está más que asegurado…
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