El amor es seducción,
hecatombe
dopamínica, coalición del
cosmos,
estado mágico provisional
donde se encapsula toda la
historia
en un instante, en una
visión:
tormento inesperado que
alimenta
los sueños diáfanos
perecederos
de cuerpos desnudándose en
silencio,
de calles y de rimas
rimbombantes,
de amuletos pegados en la
casa,
de cantos y de gritos al unísono;
colección de contradicciones,
dogmas,
mañas, expresiones y
decisiones;
padecimiento errático lúcido
que trae la pérdida de uno
mismo,
disolución del ego, florecer
de la conciencia, vida en la
nada.
Balbuceo de metrallas
sonriendo
estúpidamente, con agonía,
danza orgiástica del
libertador,
del desvalido en literatura,
del analfabeta en lo erótico,
del uniformado pero jodido,
de los inexpresivos con las
manos.
Legitimación para nuestra
especie,
expresión cultural de la
lealtad,
cualidades morales específicas,
cortejo previa selección de
genes,
correspondencia en todos los
síntomas:
romanticismo, deseo sexual,
convulsión de la pelvis hasta
el pubis,
encuentro y desencuentro
religioso;
juego de mentiras, de
voluntades,
hechizo promulgado infinito,
promesa pirograbada en la
mente,
llanto de alegría, de
lasitud,
de buenos días, de cada
semana;
despertarse besando los
espejos,
despojarse de prejuicios y
prendas
y por fin aprender a
sublimarse.
Por Victor Valdovinos
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