Kenzaburo Oé
(1964)
Por Patricia Munguía
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Kenzaburo Oé |
Narrada en tercera persona, la historia de ‘Bird’, un joven perdido y frustrado, nos ofrece una peculiar visión acerca de una difícil y muy delicada situación: el nacimiento de un ser humano con retraso mental y la reacción de sus padres ante tan indeseado hecho, que lejos de repetir aquel discurso moralista en el que el amor de los progenitores deriva en resignación y aceptación, el autor nos sumerge en el lado obscuro del infortunio en el cual el padre de la criatura lo rechaza y se avergüenza de su propia tragedia procurando dar fin a lo que considera una aberración de su destino. En su desesperación, Bird acude a una vieja amiga, Himiko, quien le brinda refugio y en la que el turbado joven encuentra la perfecta complicidad a sus más turbios pensamientos, pues ambos son espíritus atormentados por sus fracasos y decepciones, hechos que los persiguen y atormentan; recuerdos que forjarán los lazos de perversidad compartida. No obstante, en el camino, el protagonista alcanza un conocimiento profundo de sí mismo y cuando todas sus emociones han llegado al límite consigue obtener la madurez que no había logrado desarrollar en sus 27 años de vida y recupera el rumbo al enfrentarse a sus miedos y desilusiones.
Inspirada, quizá, en su propia experiencia, esta cruda novela, junto con Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura (1969), también del japonés Oé, nos revelan sus más profundos sentimientos hacia la paternidad en circunstancias infelices. Ambos textos interesantes por cuanto ofrecen al lector acerca de una cuestión personal e inevitablemente controversial, escasamente abordada desde la perspectiva del rechazo hacia un hijo discapacitado y todos los sentimientos que emergen de aquella relación.
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