Por L. G. M.
No puedo recordar lo que pasó, por más que intento recordar, a mi mente no llega nada sobre ese día. No entiendo nada, no puedo explicar esta herida en mi hombro derecho ni tampoco recuerdo haberme afeitado, mucho menos puedo explicarme por qué tengo un arma junto a mi cama.
Me da miedo salir a la calle, he estado asomándome por un lado de la ventana, apenas abriendo la cortina, todo se ve tranquilo, llevo dos días sin salir de aquí, pronto la necesidad de comida se hará presente, el teléfono suena, no voy a contestar.
Ahora que lo pienso fue el teléfono el que me despertó, abro los ojos y todo da vueltas, estoy casi seguro de haber escuchado pasos dirigiéndose al pasillo, estaba tan mareado que apenas pude levantarme sólo para caer de rodillas sobre el suelo, otra vez silencio. Lo último que recuerdo es estar caminando de noche sobre la calle que está a un lado del parque, recuerdo el crujir de las hojas muertas quebrándose con cada paso que daba, estaba pensando en Susana y su llamada de la tarde.
Reviso el revólver que está a un lado de mi cama, le faltan dos balas, hoy no pienso salir de casa, regreso a dormir.
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