miércoles, 12 de agosto de 2015
Vertov y el Cine-Ojo
Denis Arkad’evic Kaufman (1896-1954), mejor conocido por su seudónimo ‘Dziga Vertov’, es uno de los pilares del género documental y referencia obligada para los estudiosos de este género. Su aportación comienza a forjarse en el año de 1916, en su “laboratorio del oído”, experimento que consta de armar montajes de fonogramas y palabras que él mismo denominó “música de ruidos”, con ello, Vertov inicia la exploración sobre las posibilidades del montaje, elemento indispensable de su obra. En 1918 se incorpora a la redacción y edición de los primeros noticiarios soviéticos llamados kino nediela y es ahí donde comienza a percatarse del uso que puede darse a los recursos cinematográficos.
La cámara cinematográfica era para Dziga Vertov el personaje principal de toda su teoría, pues la consideraba como un ojo fílmico capaz de captar lo que para el ojo humano era imposible, aunque también las cámaras de aquella época tenían sus inconvenientes con respecto a esta idea debido a sus enormes dimensiones. No obstante, la cámara mostraba el mundo de forma singular y eso lo fascinaba, hecho que impulsó el desarrollo de su teoría, en 1922, sobre el kino-glaz (Cine-ojo), en donde, junto con su hermano Mijail Kaufman y otros cineastas o kinoks, postula un rechazo absoluto por las estructuras ficcionales utilizadas en el cine tradicional, es decir, la escenografía, la iluminación artificial y el uso de actores, para dar paso a una nueva expresión cinematográfica en donde la cotidianeidad sería la protagonista en la pantalla.
El Cine-ojo debía “usar la cámara como un ojo fílmico más perfecto que el ojo humano para explorar el caos de los fenómenos visuales que llenan el universo”, con ello Vertov y su equipo captaban “la vida de improviso” y se planteaban los principios del cine documental. Mas no se limitaba a recoger las imágenes tomadas de la realidad, sino que debía colocar cada una de las partes en un rompecabezas que mostrara lo que para ellos significaba una verdad completa y no una sesgada, para ello se requería de un largo proceso de montaje, el cual no pretendía ser lineal ni cronológico, sino que se establecían relaciones entre las diversas situaciones filmadas, así, las imágenes yuxtapuestas eran el hilo conductor de sus narraciones y era la composición total de sus partes las que daban vida a la obra y no sólo unos cuantos elementos.
Sus obras más representativas son Celovek’s Kinoapparatom (El Hombre de la Cámara, 1929), en la que la ciudad y la lente cinematográfica son protagonistas de esta sinfonía fílmica; Entuziazm (Entusiasmo, 1930) que es su primer cinta sonora; Tri pesni o Lenin (Tres cantos sobre Lenin, 1934) y su serie de 23 noticiarios Kino-pravda (Cine verdad, 1922-1925).
La aportación más importante de este cineasta soviético fue la experimentación a la que sometió la estructura convencional del lenguaje cinematográfico pues de esta forma logró dotarlo por completo de una nueva intención y nuevos enfoques, obteniendo resultados innovadores no sólo en la manufactura del material visual sino en la percepción del espectador. Dziga Vertov fue incomprendido en diversas ocasiones, sin embargo, su obra trató de responder a las necesidades de su época y su aportación es fundamental para comprender el cine soviético y conocer las bases del género documental.
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