domingo, 9 de agosto de 2015

Divergente









La adaptación cinematográfica de esta novela escrita por Veronica Roth estuvo a cargo del director Neil Burger y como suele pasar con muchas otras historias que prometen más de lo que en realidad ofrecen, esta cinta decepciona no sólo por la carencia de sentido que dan a la trama misma sino por la pobreza de recursos estilísticos con que la ejecutan.

El inicio recuerda a un maravilloso cuento de Isaac Asimov llamado Profesión donde los ciudadanos son evaluados por máquinas que determinan la labor a la que serán asignados como miembros activos de la sociedad, no obstante, la genialidad y talento de este autor no son parte del resto de la historia que nos ocupa.

La película se desarrolla en una época futura donde después de una terrible guerra que ha destruido la mayor parte del mundo y a su población, se erige un nuevo sistema de gobierno donde se divide a los ciudadanos en seis esferas, cinco de ellas con influencia y actividades específicas y otra a la cual son enviados los marginados. Cada división se basa en una virtud que en conjunto con las demás confieren de fuerza a esta nueva sociedad recluida detrás de una gran muralla de concreto; verdad para alcanzar la justicia, sabiduría para impulsar el conocimiento, altruismo para recordar nuestra humanidad, cordialidad para reforzar los lazos de convivencia y valor para enfrentar los desafíos, son las cinco facciones de este mundo distópico. Sin embargo, la lucha por el poder altera la tranquilidad y buen funcionamiento del sistema para dar paso a una nueva generación de gobernantes igualmente corruptos e insensatos cuyo principal objetivo es detentar el poder absoluto en las decisiones de la comunidad. Su único obstáculo son algunos miembros de la sociedad nombrados “divergentes” quienes gozan de una supuesta pluralidad de pensamiento que les impide ser clasificados dentro de una sola categoría. Por supuesto, la protagonista Beatrice ‘Tris’ Prior (Shailene Woodley) y su enamorado Tobias ‘Four’ Eaton (Theo James), resisten a los embates a que los orilla la clase dominante para establecer su lugar en la sociedad.

Uno de los elementos más absurdos en la trama es el transporte público de la metrópoli: un tren que no sabemos hacia dónde se dirige, nunca hace paradas y debe abordarse en movimiento, por lo cual veremos a los protagonistas corriendo tras éste durante toda la película. 

La narración no ofrece novedades en cuanto a lo que hemos visto en este tipo de películas; ni siquiera se destaca en el uso de efectos especiales. Lo que pareciera ser un cuento de ciencia ficción se transforma en un aburrido flirteo. Siguiendo la línea de la mayoría de las películas hollywoodenses la trama se centra en el romance entre los personajes principales sin ofrecer al espectador elementos más interesantes. Y si acaso sirve como introducción al libro pues tampoco éste parece apetecible.

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