Por Mauricio Leyva
La Profecía (The Omen, EUA, 2006) bajo la dirección de John Moore (Flight of the Phoenix, EUA, 2005) es el remake de la hecha por Richard Donner en 1976. En esta nueva versión el político Robert Thorn y su esposa Catherine pierden a su primogénito y en un extraño giro del destino Robert tiene ante sí la posibilidad de adoptar a otro recién nacido para ocultar la muerte del niño a su esposa y tener una vida felices juntos. Pero nadie esperaba que el huerfanito sería nada más y nada menos que el hijo del diablo, el nuevo anticristo venido a destruir el mundo y que necesitaba del dinero e influencias de Robert para lograr su cometido. En su temprana infancia se encargará de asegurar su futuro y quitar del paso a toda persona que le estorbe, incluyendo padres adoptivos, fotógrafos chismosos, sacerdotes bizarros y alguna nana molesta.
¿Dije nueva versión? ¡Pero si es exactamente igual a su predecesora!, dirían algunos. Y tendrían razón. Moore se encarga de copiar palmo a palmo la cinta de terror que junto con películas como El bebé de Rosemary o El exorcista ayudaría a replantear el género de terror. Ni siquiera se tomaron la molestia de reinventar una o dos escenas o darle un giro nuevo a la trama, las muertes de los personajes son recreadas cuadro a cuadro, los diálogos no aportan nada nuevo, en fin no hay ninguna sorpresa para los fans del film original, desaprovechando así una gran oportunidad, ya que pudieron retomar las escenas más memorables y construir su historia a partir de ahí, no obstante Moore prefiere hacer un homenaje-calca que arriesgarse un poco a ser creativo.
Pareciera que los productores tienen demasiado respeto a la cinta original o más bien miedo a que el público odie los cambios. ¿Cuál es el valor de esta cinta entonces? Es simplemente aprovechar la coyuntura para hacer dinero y aprovechar una fecha tan comercial como fue el 06-06-06. Si en unos años regresa algo semejante a la guerra fría no duden en que tendremos de nuevo refritos de películas como El día que paralizaron la tierra o La invasión de los usurpadores de cuerpos (otras tres versiones).
En cambio El Poseidón (The Poseidon, EUA, 2006) es otro remake que por lo menos busca darle un sentido nuevo a la trama. Con Wolfang Petersen al mando, un director mucho más experimentado y capaz, la película se salva de ser un homenaje tardío a La aventura del Poseidón de Ronald Neame, filme del género de catástrofes. Gracias a que Petersen ya había abordado el tema en dos películas previas –Das Boat y La tormenta perfecta- sabe cómo generar situaciones caóticas en espacios cerrados y desplegar una serie de aventuras trepidantes llenas de agua salina. Retoma la idea de un accidente marítimo en la que un puñado de sobrevivientes variopintos deben unir fuerzas para poder llegar a la cima-fondo de un crucero para no morir ahogados.
Siendo sinceros no se puede juzgar a esta película con un estándar muy alto, porque al igual que la original no tiene una gran fuerza dramática ni buenos cimientos en lo que se refiere a narrativa. Y aunque no tiene éxito en este sentido sí lo tiene en su verdadero cometido: ser una distracción y un escape de la realidad por poco más de hora y media. El guión no es de lo mejor, los actores pecan de acartonados –Kurt Russell parece una mala caricatura de si mismo-, pero el espectáculo pirotécnico es suficiente para mantener la tensión y con ello el interés en la simple premisa.
Por eso es que no debe perderse de vista para qué son hechas este tipo de películas. Son un mero negocio que busca generar ganancias, productos mecánicos e industrializados que interpelan los sentimientos más primarios del espectador apagando su intelecto por un rato. Se busca simplemente entretenimiento hueco y sin sentido.
En su tiempo, las películas originales de las que parten estos y otros remakes se arriesgaron a probar cosas nuevas, con directores primerizos, actores desconocidos y bajos presupuestos, conjuntando
lo anterior en un éxito que si bien no fue inmediato, el tiempo les otorgó su lugar como clásicos del género. En cambio, en las nuevas producciones se cree que con sólo tener grandes presupuestos, guiones calados por la audiencia y grandes luminarias tendrán triunfos taquilleros instantáneos, por eso la caída es más estrepitosa cuando no recuperan ni lo que invirtieron en el proyecto.
Pero mientras el público siga prefiriendo rumiar una y otra vez las mismas historias y se diga alegremente que los remakes sirven para acercar a las nuevas generaciones a “grandes clásicos” el cine comercial permanecerá en su estancamiento por largo tiempo. El pronóstico no es bueno y parece que la invasión de los clones es inminente.
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