jueves, 29 de octubre de 2015

Túnel de la Ciencia

Por Karina López Correa

Mira si este Universo es complicado.

Yo que no termino de entender de elipses e hipérbolas, de números reales e imaginarios, de límites que tienden al infinito o al menos infinito.

Yo que no termino de entender por qué estamos aquí, que no consigo explicarme a Dios, ¿cómo es que algún día podré comprender la creación del Universo?

Ante mis ojos contemplo, atónita, ese cosmos inmenso, con su perfecta forma de elipse que
cobija miles y miles, y miles de luminosos puntillos, que ingenuamente nombramos estrellas.
Estrellas que se agrupan en galaxias. Galaxias que forman cúmulos y supercúmulos. Medio
atontada por la cantidad infinita de materia y luz que hay ante mis ojos, volteo y te miro y
siento cada uno de tus dedos, puedo sentir tu mano, tu piel y miro tu cara, tu hermosa cara y
pienso en la complejidad de tu ser y volteo de nuevo hacia el universo y parece tan ridícula su
imagen de vista panorámica, tan alcanzable, que no me parece ya tan infinito.

Nos damos la vuelta y caminamos por debajo de la bóveda celeste, mis pensamientos todos vuelven al universo, a su inmensidad, al universo real que: ¿qué tan real es, cuándo lo he visto yo? Por muy real, si es que así lo es, para mí sólo es imaginario, en fin, en ese universo pienso y salgo a la calle, me es inevitable mirar al cielo y sentir su inmensidad, me siento cobijada en su infinitud y sólo puede volvérseme todo real, tan real. Y llego a casa y me busco la misma fotito: "Estructura del universo a gran escala" y mis pensamientos vuelven todos a las estrellas y las galaxias y el espacio y los millones de años luz y puedo sentir de nuevo esa inmensidad y me digo: "Que yo te haya encontrado en esta infinitud, entre tanta galaxia y materia y luz y años luz, sólo puede deberse a una cosa: La gracia de Dios".


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